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    El árbol de la vida: Compartimientos energéticos de la conciencia
    Aportado por Flauron



    El cuerpo físico del hombre es una donación de la Madre Tierra, de nuestro planeta, depositada progresivamente a través de nuestra alimentación como si de una construcción se tratase sobre un hipotético plano energético que es nuestro patrón de diseño y que la Medicina Tradicional China llama cuerpo energético. Este depósito de material planetario es reconvertido para su uso en nuestro ser físico, comenzando este proceso a partir del útero materno, continuándose en el uso de nuestra alimentación para nuestro propio crecimiento y remodelándose y, por lo tanto, cambiando de aspecto a lo largo de nuestro ciclo vital.

    La consabida frase, que a todos nos han dicho alguna vez, de polvo eres y en polvo te convertirás no es más que un recordatorio de esta realidad. Somos seres espirituales que "vivimos" en el reino de nuestra mente. Y, a través de un balcón en dicha mente, nos asomamos a una perspectiva del Cosmos que llamamos existencia. Somos seres energéticos del Cosmos que hemos anidado en nuestra Madre Tierra echando raíces, y estas raíces están constituidas por nuestro cuerpo físico, pero poseemos del mismo modo, un tallo con ramas, una porción aérea que ha de formarse a partir de las vivencias que posibilita esta raíz planetaria. Esta porción aérea, energética, serían nuestro cuerpo astral y nuestro cuerpo mental dependientes en su formación de las vivencias efectuadas en nuestro ciclo existencial planetario.

    Nuestro cuerpo energético, aquél a través del cual se infunde vida y forma a nuestro cuerpo físico, al final de nuestra existencia abandona al mismo, con lo que acontece el proceso de la muerte, tras el cual el material planetario es reciclado de nuevo y reintegrado a la Madre Tierra.
    En todo esto hay una unidad, una cadena de eslabones engarzados coherentemente. Y es esta: La materia evoluciona en función de una serie de procesos físicos y químicos, pero estas reacciones físico químicas no tendrían lugar si no estuvieran animadas por un principio energético.

    Este principio energético es la manifestación a partir de la cual el espíritu o principio inamovible tiene la posibilidad de evolucionar, de moverse. Luego, la inerte materia se desarrolla por la función físico química, de forma análoga a como el espíritu se desarrolla a partir del principio energético. Cuando el hombre adquiera la capacidad para comprender las leyes que unen el eslabón de la física y la química con el principio energético vital humano habrá obtenido una pista a partir de la cual su mente se puede deslizar comprendiendo, desde sus porciones más materiales, hasta sus porciones más místicas y espirituales. Pues desde la estructura molecular del aminoácido hasta el espíritu, en el ser humano existe una unidad desarrollada en varios estados o niveles de forma análoga a cómo la estructura molecular de lo que denominamos agua se puede manifestar de forma sólida o como hielo, líquida o gaseosa, dependiendo de las leyes físico químicas y energéticas que se establezcan en el entorno en ese momento determinado.

    El humano posee igualmente varios niveles manifestativos. Ya hemos hablado de la manifestación planetaria o cuerpo físico como raíz, a la que le seguiría el principio energético o aéreo que estaría constituido por el tallo y las hojas del ser.
    Este principio energético, en el hombre podría estructurarse en tres compartimentos diferentes, interpenetrados de forma digamos virtual desde la raíz, cuyo contenido serían formas estructuradas de energía conciencia. Estas formas estructuradas son tres compartimentos energéticos llamados cuerpos vital, astral y mental.

    A lo largo de la experiencia existencial el hombre, en la elaboración de su cotidiano pensar y sentir, va formando ladrillos de núcleos de energías pensamiento-sentimiento de diversos niveles vibracionales que depositados de forma organizada constituyen los cuerpos energéticos de la conciencia humana. Estos cuerpos se van construyendo progresivamente, y cada uno tiene un nivel vibracional donde los ladrillos de la conciencia se van depositando en función de esa afinidad vibracional.

    El nivel más cercano vibracionalmente al cuerpo físico o raíz sería el cuerpo etérico, que alberga información conciencia que atañe a nuestro diseño y remodelación física, y donde se organiza la energía que anima la funcionalidad del cuerpo físico desde su perspectiva más puramente vital. Recoge ladrillos de conciencia trabajados por los chakras inferiores principalmente.

    El segundo nivel es el cuerpo astral. Este establece su percepción del Universo como manifestación dual. Organiza energía conciencia que percibe el entorno y lo interpreta emocionalmente: se identifica con él si le agrada o no se identifica con él si le desagrada. La construcción del ladrillo es pues emocional y se hace a partir de sensaciones, juicios y elecciones basadas normalmente en preconceptos culturales o vivenciales anteriores. La interpretación astral o emocional de la vida obligará casi necesariamente a tomar partido a la mente humana, sumergiendo al hombre en un mundo de lucha activa y continua entre facciones contrarias que lo sumergirán en multitud de ocasiones en paradojas psíquicas a la búsqueda de un permanente equilibrio. El cuerpo astral está construido por los ladrillos emocionales fabricados principalmente por los chakras medios, estando estos muy relacionados con el ego humano.

    El tercer compartimento corresponde por analogía a las ramas del cuerpo mental, donde los ladrillos de la conciencia se fabrican en un proceso de integración de la vivencia aparentemente dicotomizada de lo astral. Percibe el entorno como una unidad integral. La conciencia mental superior trabaja en la percepción, la observación y la comprensión, y deja que cada cosa evolucione por sí misma. Lejos de la lucha de facciones comprende e integra cada perspectiva y acerca al hombre al no hacer haciendo de la filosofía taoísta. La estructura energética del cuerpo mental está trabajada por los chakras superiores principalmente.

    Estos tres cuerpos energéticos interpenetran polidimensionalmente el cuerpo material o físico, y constituyen su forma psíquica o psicoforma. El sistema chakra, a modo de corchete, los une como un anclaje integrador y una zona de tránsito donde las energías fluyen continuamente.

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    Escudo

    Tiene el toque de antigüedad y nobleza que hacen de este escudo algo muy original. La corona representa la realeza, el cuervo a Enki y en heráldica esta ave representa a un guardián, un protector y encima este cuervo sostiene una espada con la que va a proteger a los suyos. Los dos leones de Isis, en heráldica representan valor y esfuerzo de los caballeros que han ejecutado alguna atrevida empresa, valiéndose más de la astucia que de la fuerza. En este caso son dos leones rampantes y tenantes que sostienen el escudo cuartelado con los sigils de la Corona, o los símbolos de los seres de mayor jerarquía que poseemos, los Dioses. Al centro figura el símbolo del orígen de la sabiduría hiperbórea. El lambrequín está tirado para atrás y tiene una coloración distinta y polarizada (rojo y azul) y rematamos a esta obra con nuestro grito de guerra que dice: "La decisión de ser un dios es tuya".

    Escudo de guerra

    El Águila bicéfala representa el dominio de dos lugares, se remonta su uso a las culturas humanas mas antiguas, Sumeria representó con este símbolo el dominio de oriente y occidente. Luego, este símbolo fue tomado por las culturas que le sucedieron y se estandarizó su uso. Ahora nosotros los herederos de la corona, usamos este símbolo para representar nuestra presencia tanto en este plano como en el otro.