"¿Quién creó el mundo?” , se preguntan los
Vedas. "Nadie lo sabe, ni siquiera los más altos Dioses, en el más alto cielo.
Pero tal vez los poetas lo sepan”, agregan. Y Holderlin: "Como los
Bienaventurados nada sienten por sí mismos, los poetas tienen que sentir por
ellos”. Pero, ¿quién es el que "sabe”, quién es el que "siente”? En estas
"Memorias” de Miguel Serrano hay un Él que pareciera saberlo todo.
Estaría hasta pensando la vida del autor. Este
Ser, sin embargo, lo abandona luego cuando irrumpe el "yo”. Pero sólo a veces y
en forma intermitente, ya que el alejamiento no es definitivo. He aquí el tema
de esta obra, cuyo primer volumen damos a la publicidad.
Trata del drama en el que se mezclan las dos
"Personas” – Él y Yo- como en una fuga de Bach. Una es sabia y antigua, pero no
consciente, de sí misma; la otra es racional y consciente; piensa y sufre aquí
en su finitez, y en el contacto infrecuente con su Él aspira a inmortalizarse,
pudiendo llegar un día a "iluminar la oscuridad del Creador”, como decía C.G.
Jung.
En todo libro de memorias el drama se cumple a
modo de vivencias, de tal forma que cumple a modo de vivencias, de tal forma
que este problema tan fundamental y ontológico se enfrenta ahora con toda la
dualidad del Ser, teniendo como resultado final no el conocimiento abstracto,
sino la sabiduría.
Estas Memorias han sido pensadas en tres
volúmenes. En el primero se buscan las raíces del drama en la infancia, en las
estirpes y en la tierra de un Chile mágico, con sus montes sagrados. Se describe
la generación del autor y se termina con la muerte trágica de Héctor barrero,
joven escritor de esa generación del 38. Los dos tomos siguientes deberán
abarcar desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, con
las experiencias del autor, vividas entre "Él” y "Yo”.