"Ahora pasaré a explicar los medios de asegurar las raíces dinásticas
del rey, sirviéndome para ello de los mismos principios de que se han
valido hasta hoy nuestros Sabios en la dirección de los asuntos
mundiales.
Varios miembros de la raza de david prepararán a los reyes y sus
herederos, escogiendo a estos últimos no según el derecho de sucesión
normal, sino con arreglo a sus aptitudes eminentes; los iniciarán en los
secretos recónditos de la política y en los planes del gobierno, a
condición, por supuesto, de que nadie, fuera de ellos, conozca estos
arcanos. El objeto de ese modo de obrar es conseguir que todos sepan que
el gobierno no puede ser confiado a quienes no se hallan iniciados en
los misterios de su arte.
Solamente a esos elegidos se les enseñará la aplicación de los planes
políticos, la sabiduría que ha proporcionado la experiencia de tantos
siglos, el conjunto de observaciones sobre las leyes políticoeconómicas y
sociales, en una palabra, todo el espíritu de esas leyes que la
naturaleza misma ha establecido como inconmovibles para regular el trato
de los hombres.
Los herederos directos serán en caso necesario alejados del trono, si
durante sus estudios dan muestras de ligereza, de debilidad o de otros
defectos perniciosos para el ejercicio del poder y especialmente para el
desempeño de la función real.
Solamente los que se muestren hábiles para gobernar con firmaeza y
sean inflexibles hasta la crueldad recibirán las riendas del poder de
manos de nuestros Sabios.
En caso de padecer una dolencia que cause debilitamiento de la
voluntad, los monarcas deberán, según la ley, abdicar en favor de una
persona que esté capacitada para reinar.
Los proyectos del rey, sus planes inmediatos, y con mayor motivo aún
los que tenga para lo futuro, deberán ser desconocidos aun de aquellos
que ostenten el cargo de primeros consejeros.
Solamente el soberano y sus tres monitores tendrán conocimiento de
los planes para lo por venir. En la persona del rey, dueño de sí mismo y
de la humanidad entera, gracias a una voluntad inalterable, creerán
todos ver el destino con sus inescrutables designios.
Como nadie sabrá lo que el monarca quiere conseguir por medio de sus
órdenes, no habrá quien se atreva a interponerse en su camino.
Será necesario naturalmente que la actuación del rey responda al plan
de gobierno que se le haya confiado. Por eso no subirá al trono hasta
que haya sido puesto a prueba por los Sabios de quienes hemos hablado.
Con el fin de que el pueblo conozca y ame a su rey será preciso que
éste se ponga en contacto con sus súbditos en las plazas públicas. Esto
engendrará la unión necesaria de las fuerzas que hoy disociamos por el
terror. Éste nos habrá sido indispensable durante algún tiempo para que
esas fuerzas cayesen separadamente bajo nuestra influencia.
El rey de los judíos no deberá estar dominado por las pasiones,
particularmente por la de la voluptuosidad. Habrá de estar siempre por
encima de sí mismo para que su inteligencia no se vea esclavizada por
sus instintos animales. La sensualidad obra de modo muy nocivo sobre las
facultades intelectuales y produce la obnubilación de la mente, de tal
suerte que el pensamiento se endereza entonces hacia la parte más
abyecta del ser humano.
El pilar de la humanidad en la persona del soberano universal de la
santa simiente de David deberá sacrificar en beneficio de su pueblo
todos los gustos personales.
Nuestro monarca habrá de ser de una irreprochabilidad ejemplar.”
Firmado por los representantes de Sión del grado 33.
Extracto del XXIV Protocolo de los Sabios de Sión y final de los mismos.