Del tomo introductorio de "Los Fundamentos de la Sabiduría hiperbórea" por Nimrod de Rosario
Vamos a advertir aquí sobre un prejuicio cultural sólidamente
establecido en nuestra época, cuya formulación tiene toda la apariencia
de estar fundamentada en "la ciencia", pero que en verdad se asienta en
el realismo ingenuo, en el racionalismo y en el temor. Nos referimos
a la objeción que suele hacerse, contra cualquier intento de vincular
teleológicamente al hombre y al Universo, de que "el universo es
demasiado grande" frente a la "pequeñez del hombre"; un hombre reducido
al ámbito terrestre, es decir, a un planeta entre varios del sistema
solar; un sistema solar entre millones que conforman la galaxia "vía
láctea"; una galaxia entre billones que pueblan el Universo; un
Universo inconmensurable, que se expande y que se equilibra, tal vez,
frente a otros Universos de antimateria.
Frente a semejante macrovisión teórica el hombre sencillo se detiene
desconcertado y, posteriormente, adopta las actitudes clásicas de
quien se encuentra bajo la presión de un mito: humillación, sumisión,
devoción, resignación, etc. La forma mas corriente de este mito es la
oposición "Universo enorme frente a la insignificancia humana"; mito que
ha ayudado a actualizar el anteojo de Galileo, los radiotelescopios,
los cohetes a propergol; los satélites artificiales, los modelos
estelares fisicomatemáticos computarizados, etc., pero que no deja de
ser un mito puesto que el hombre -el 99,9% de la humanidad- no está hoy
día con respecto al Universo en situación muy diferente a la del
habitante de Roma, Grecia, Egipto o Babilonia antigua.
La realidad del hombre está, hoy más que nunca, circunscripta a la
estructura del sistema solar y, fundamentalmente, de la Tierra, de la
cual, bueno es recordarlo: NADIE ENTRA NI SALE COMO NO SEA AL NACER O
MORIR (con la excepción, claro está, de algunos astronautas zombies).
Ésta es la realidad concreta de miles de millones de hombres y todo lo
demás es teoría cientificista elaborada por elites urbanas, por seres
desarraigados de la naturaleza que flotan en el mar del nominalismo, en
un mundo de jergas y signos vanos.
El habitual daltonismo gnoseológico del "científico" occidental es en
el caso de la evaluación cósmica simple miopía, a pesar de la
extensión del espectro sensorial que supone la "instrumentación",
porque NADA PUEDE CONOCERSE AFUERA, NADA QUE NO HAYA SIDO PREVIAMENTE
CONOCIDO ADENTRO. Ya la información sensorial NATURAL del hombre era
insuficiente y equívoca para aprehender un fenómeno: pero INTERCALAR
entre el fenómeno desconocido y los sentidos un fenómeno conocido, que
eso es un "instrumento", y pretender que de esa triple implicación
puede obtenerse verdadero conocimiento es pura necedad.
Lo que se obtiene son "teorías científicas", es decir, una especie de
veneno cuya toxicidad aumenta en proporción directa a la complejidad
estructural del objeto fáctico que intenta explicar. Por supuesto,
cuando el objeto de la teoría es "el universo", el "tamaño" de la
teoría, y su toxicidad, es tremendamente "Grande", "como un Dios".
Que no se diga que exageramos: vaya cualquiera a un tranquilo valle, o
a una aldea de campaña, o inclusive a los suburbios de alguna urbe
moderna, es decir, a los lugares adonde habita la mayoría de la gente
del mundo, quienes jamás han visto, ni verán, en el cielo otra cosa que
puntos brillantes, y escuche a esas personas hablar de los anillos de
saturno o de los black hole, siéntalas decir que "el universo esta en
expansión", AFIRMAR QUE TODO ESTO ES CIERTO, QUE ELLOS LO CONOCEN PORQUE
ES "CIENTÍFICO" Y PORQUE "TODO EL MUNDO LO SABE"; oiga estas cosas con
paciencia y luego dedíquese a observar la MUGRE, la MISERIA, el
HAMBRE, el VICIO, o cualquier otra lacra de las que rodea y cubre a
esas personas pero que ellas NO VEN, AUNQUE CREEN SABER QUE ES UN BLACK
HOLE, y reflexione luego si esas buenas gentes no han sido intoxicadas
con veneno cultural, si no se les ha inoculado en la mente elementos
nocivos y paralizantes.
Solamente en un marco histórico tenebroso como el Kaly Yuga, y bajo
el impulso corruptor de la Sinarquía, podría haberse dado semejante
tipo humano nihilista, que halla certidumbre en conceptos tan
improbables como absurdos y cuyos contenidos aluden a realidades
insólitamente alejadas de su vida cotidiana, a la que niega con su
actitud y de la que, indudablemente, pretende huir.
Por eso quien suponga que el Universo es una construcción demasiado
"grande", en la cual el hombre no puede tener ninguna importancia, está
obligado a desintoxicarse previamente pues de lo contrario no podrá
comprender lo que aquí explicamos. La Sabiduría Hiperbórea asegura,
contra toda afirmación cultural opuesta, que el Demiurgo creó el
Universo con criterio antropocéntrico y que el hombre -no sólo el
terrestre sino cualquier clase de animal-hombre- es fundamental porque
otorga "sentido" a la creación. Hecha la advertencia, vamos a explicar
esta finalidad que debe cumplir el animal-hombre o pasú dentro del
Universo.